miércoles, 9 de octubre de 2019

La Energia que Emana de Las Manos

La práctica del contacto terapéutico se inicia con la concentración, o el convencimiento del curador de su intención de sanar centrándose en sus propias energías para ayudar al paciente. La doctora Quinn describe esta concentración como un estado de alteración de la consciencia, en la que se suprimen todos los pensamientos ajenos al hecho.

 La doctora Krieger señala que el solo hecho de querer sanar no es suficiente; si lo fuera, toda madre de un niño enfermo sería una curadora efectivísima.
Manteniendo sus manos a unos 10 o 15 centímetros del paciente, el curador concentrado mueve las ma.nos sobre el cuerpo del paciente de la cabeza a los pies, tratando de buscar claves sobre el estado del paciente.

Parece ser que las manos pueden detectar zonas del paciente con exceso de energía, in dicativas de una tensión acumulada o de la disfunción, y redirigir o redistribuir esa energía para aliviar el síntoma.
La doctora Quinn demostró la importancia de la concentración en un estudio dirigido por ella en el Centro Médico San Vicente, de Nueva York, entre 60 pacientes del corazón.

Los sanadores se dividieron al azar en dos grupos. Las enfermeras de un grupo fueron instruidas para concentrarse en la curación mientras pasaban sus manos sobre los pacientes; las enfermeras del segundo grupo recibieron la instrucción de contar al revés desde 100, de siete en siete, mientras hacían los mismos movimientos que las del otro grupo.

La operación fue filmada y ninguno de los observadores independientes pudo distinguir las curadoras reales de las que estaban abstraídas contando. A los pacientes simplemente se les dijo que las enfermeras estaban tratando de descubrir lo que se podía aprender del cuerpo humano a través de las manos.

Los grados de ansiedad de los pacientes se midieron antes y después de la exposición de los pacientes a los ejercicios reales y simulados. Los pacientes cuyas enfermeras se habían concentrado en la curación experimentaron una reducción de la ansiedad altamente significativa en relación con el grupo de pacientes de las enfermeras que simplemente se dedicaban a contar, manifestó la doctora Quinn en la revista Advances in Nursing Science. Después de solamente cinco minutos de verdadero contacto terapéutico, los grados de ansiedad descendieron un 17%, en tanto que no hubo variación alguna en la ansiedad de los pacientes cuyas curadoras se dedicaron a contar. La doctora Quinn dice que el estudio demostró también que los pacientes no tenían por qué saber lo que estaban haciendo las enfermeras ni los supuestos beneficios del contacto terapéutico.

Con la beca recientemente obtenida de la División de Enfermería el Departamento de Salud y Atención Humana, la doctora Quinn intenta repetir este estudio y ampliar sus investigaciones a la exploración de otros efectos del contacto terapéutico, además de buscar una explicación más amplia a los motivos por los que el método tiene efecto. “La hipótesis de trabajo se basa en que hay una transferencia de energía del curador al paciente”, aclara la doctora Quinn. Los pacientes informan que pueden sentir calor que emana de las manos del curador. Ésta puede ser la razón del funcionamiento de la técnica, aun cuando el curador no llega a tocar realmente al paciente.

Una transferencia de energía

La creencia de que la imposición de manos implica una transferencia de energía entre el curador y el paciente es muy antigua, el llamado prana en sánscrito. La teoría consiguió cierto apoyo con los primeros estudios modernos sobre contacto terapéutico llevados a cabo por el doctor Bernard Grad, un bioquímico de la universidad McGill, de Montreal.

Los estudios controlados de Grad demostraron que la imposición de manos, sin contacto físico, podían incrementar la rapidez de curación en ratones y la rapidez de crecimiento en las plantas.
Grad llegó a la conclusión de que como el curador no toca ni a los animales ni a las plantas, “debe aceptarse que el causante de los efectos debe ser un agente físico, una energía”.

Pero ya sea una transferencia de energía o cualquier otro mecanismo el causante de los efectos observados en el contacto terapéutico, la doctora Quinn insiste en que “no se puede ignorar la técnica simplemente porque no sepamos exactamente por qué funciona”.

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