La práctica del masaje Zen es una evasión ante las dificultades que el vivir diario nos presenta.
Mediante el masaje Zen, podemos encontrar la lucidez, la
calma y la energía necesarias para resolver con soltura y eficacia las
situaciones cotidianas.
Las personas a las que se le aplica esta practica son testimonios de la profunda renovación que han experimentado en sus vidas.
Poco a poco, la angustia se les transforma en seguridad, la
inquietud incesante en una calma anteriormente desconocida y primer
anuncio de una profunda serenidad.
Comienza en ellas a manifestarse una sensación de alivio, de equilibrio recuperado.
Esto es lo que sucede realmente y lo que, en efecto han
confirmado actualmente doctores de la Universidad de Tokyo, de Europa y
de América, los cuales han examinado a personas durante el masaje Zen y
los efectos fisiológicos son los siguientes:
El control de la respiración modera y apacigua el ritmo del
corazón, regulariza la circulación, hace que la tensión nerviosa
disminuya.
La espiración profunda expulsa de los pulmones los residuos
de gas carbónico que habitualmente se estancan en ellos, produciendo
nerviosismo y ansiedad.
E1 grado de ácido láctico de la sangre, factor de la agresividad, baja muy sensiblemente.
La aplicación sobre la columna vertebral le hace encontrar su agilidad y libera las contracciones nerviosas.
Por último, y sobre todo, el funcionamiento del cerebro se
modifica muy sensiblemente, al pasar de la actividad de las capas
superficiales a las capas profundas.
Las ondas alfas aparecen rápidamente, lo cual origina un
estado de conciencia completamente diferente al de la vida cotidiana, a
la vez más relajado y más perspicaz, más sensible y despierto.
Pero debemos precisar que no se trata de ninguna manera de
un estado anormal, sino por el contrario, una vuelta a las condiciones
naturales y normales del funcionamiento físico-psíquico del ser humano.
Las personas a las que se les aplica regularmente el masaje
Zen tienen así este sentimiento de volver a tomar posesión de ellos
mismos, de volverse a encontrar, mas allá de las crispaciones, de las
distorsiones, en la situación original, primitiva, que debería ser la de
todo ser humano.
Es evidente que pasar del estado en el que nos ha puesto una
vida caracterizada por la agitación y el desorden, por la avidez y la
huida de nosotros mismos, a esta situación original de la que estamos
comentando, requiere esfuerzos.
Sin embargo, a todo el mundo se le puede aplicar el masaje Zen.
No existe ninguna contraindicación.
Ya que las condiciones fisiológicas más defectuosas pueden mejorarse sensiblemente con su aplicación.
Mas allá de las formas, de los dogmatismos, de las
instituciones o de las teorías, el ser humano esta buscando un nuevo
estado de conciencia (o una antigua conciencia dormida) que le permita
liberarse, transformarse, desarrollarse, a partir de la fuente profunda
que está en él.
El masaje Zen no es ni un razonamiento ni una teoría. No es
un conocimiento comprensible por el intelecto solamente. Es una
práctica, una experiencia. A la vez objetiva y subjetiva, ya que no
separa estos dos puntos de vista complementarios, de la misma manera que
no disocia el cuerpo y el espíritu, la fisiología y la psicología, el
consciente y el inconsciente, sino que hace una llamada a la totalidad
del ser.
O como dijo anteriormente Rabindranath Tagore:
"En el futuro, los occidentales y los orientales formaran
una gran sinfonía espiritual. Espero que venga pronto el día en el que
toda la Humanidad se armonizara en una comunión universal".
Este sentimiento de vida es lo universal en nosotros y
nosotros en lo universal, mas allá del ego y más allá de la vida y de la
muerte, en la interdependencia de todas las existencias.
Este sentimiento de unidad universal es la base del amor que une a todo lo que vive.
El masaje Zen purifica y eleva a la más alta dimensión los deseos sanos del hombre.
El masaje Zen desarrolla un alto grado de conciencia de sí y de paz interior.
Abandonando el egoísmo individual y aprendiendo a
tranquilizar la mente, se puede acceder al flujo interno de la actividad
y de la energía y al conocimiento intuitivo.
Dijo el maestro Dogen:
"Mantened las manos abiertas, toda la arena del desierto
pasara por vuestras manos. Cerrad las manos, sólo obtendréis un puñado
de arena"
La actitud corporal y mental, adoptada durante el masaje
Zen, beneficia poderosamente la armonía de todos los equilibrios del
cuerpo humano.
En nuestra consulta lo aplicamos convencidos de sus beneficios y eficacia.
lunes, 27 de mayo de 2019
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